Hermandad que transforma el mundo: sororidad | canalipe.tv

Otros · 13 de Mayo 2019

Hermandad que transforma el mundo: sororidad

Entendamos este concepto de la manera más fácil de comprender: con experiencias con las cuales podemos sentirnos identificadas.

Hermandad que transforma el mundo: sororidad

Freepik / Canal IPe

Mi nombre es Ana Paula Romero, soy redactora del canal IPe hace unos meses y feminista hace unos 4 años aproximadamente. Sororidad, palabra que definitivamente había escuchado, conocía su significado, pero jamás había vivido en carne propia. Muchas amigas habían tenido experiencias sororas, en donde, en situaciones poco deseadas, pudieron unirse y protegerse mutuamente.

 

La sororidad es la amistad entre mujeres que no se conocen dentro de un contexto patriarcal. Su origen proviene del mismo uso de la palabra “fraternidad”, pero en vez de “frater” (hermano), se usa “soror”, que significa hermana. Por otro lado, responde al principio de solidaridad entre mujeres, el cual no es practicado necesariamente en nuestra formación.

 

Puede que no sea algo consciente, sin embargo con regularidad nos enseñan a ver a otras mujeres como competencia. Desde el colegio, hasta en el trabajo solemos escuchar o decir frases despectivas hacia otras mujeres, sentirnos celosas o atacadas. Sin embargo, en algún momento nos dimos cuenta que este comportamiento no aportaba a nuestra búsqueda por la equidad y decidimos que unidas somos  más fuertes. Así que transformamos esas actitudes nocivas entre nosotras por una forma de vida en la que nos respetamos y protegemos mutuamente.

 

Entender este concepto usando solamente palabras  puede resultar un poco ambiguo. Por ello, decidimos unir 3 testimonios que cuentan cómo se vive la sororidad de manera cotidiana.

 

Yesenia

«Entiendo que la sororidad es como una relación de apoyo y solidaridad entre mujeres frente a los problemas que todas enfrentamos solo por el hecho de ser mujeres. Cuando viajé a México con unas amigas, en una fiesta conocí a un par de chicas que estaban bailando junto a nosotras. En un momento una de ellas se fue al baño y la otra se quedó sola en su mesa. De pronto un sujeto empezó a molestarla. Al inicio se iba cuando ella lo rechazaba, pero terminó regresando y forzándola a “bailar”. Al ver eso, salí de mi grupo y encaré al hombre instándole en voz alta a que se vaya y la deje en paz si no quería que llamemos a seguridad. En ese momento mis amigas se sumaron y el chico, al ver que éramos ya cuatro contra él, alzó las manos y se fue. Acompañamos a nuestra nueva amiga hasta que llegó su hermana que estaba muy agradecida por nuestra acción, que finalmente fue motivada por el hecho de todas, en algún momento, también hemos sido hostigadas cuando hemos estado divirtiéndonos y sabemos lo que es estar sola en una situación así.»

 

Sharie

«Entiendo la sororidad como la complicidad entre mujeres, no necesariamente mujeres biológicas, en relación a un momento que tiene que ver con tu condición de ser mujer. Hace un tiempo  estaba caminando y dos tipos me estaban acosando. Ellos estaban en carro, pasaron y se estacionaron a una cuadra de mí. Claramente me estaban esperando. Era una calle donde no había mucha gente. Por más que era de día, me estaba muriendo y no podía dejar de pensar en “por qué están ahí”. Cambié de ruta, encontré un kiosco y vi a una chica que paró a leer los titulares. Me acerqué a hablarle y le dije “disculpa que te esté interrumpiendo, pero esos dos hombres de ahí me han estado persiguiendo y me muero de miedo”. Y ella me dijo que no me preocupara, le pregunté si podíamos caminar juntas hasta salir a una avenida más concurrida. Ella me acompañó sin pensarlo dos veces, incluso fuimos a su trabajo que quedaba cerca, me dio calma, me ayudó a calmarme. Nos quedamos conversando y nos agregamos a Facebook. Agradecí mucho ese momento, porque no solo me ayudó a que no me pase nada malo, sino que entendí por lo que estaba pasando, porque lo más probable es que a ella le haya pasado algo similar.»

 

Mi testimonio

Mi experiencia sorora llegó hace poco tiempo, e igual que las otras dos experiencias, se dio en una situación que implicaba peligro para una mujer. Estaba en un bar con un par de amigos y cuando fui al baño vi a una chica que se estaba lavando la cara. Mientras esperaba en la cola con otras chicas, comenzamos a preguntarnos si alguien la conocía, porque la veíamos mal. Nos acercamos a preguntarle y ella nos contó que creía que le habían puesto algo en la bebida, porque se sentía mal y solo había tomado un vaso. Además nos contó que vino al bar con un compañero al cual no conocía mucho y estaba afuera esperándola; tenía miedo que pueda hacerle algo. Entonces, todas las chicas que estábamos ahí nos pusimos en acción: una salió a hablar con la persona de seguridad, para informarle sobre el sujeto que la estaba esperando, otra fue a comprarle agua, otra chica estuvo acompañándola y yo me comuniqué con su mamá para que alguien pudiera llegar a recogerla. En menos de 10 minutos, y con una organización que se dio por sí sola, teníamos todo coordinado para esperar a su mamá en la puerta y que pueda ir a su casa de una manera segura. Fue una situación extraña, porque entendíamos que había peligro de por medio, pero finalmente nos sentimos satisfechas de haber ayudado a una mujer a la que ninguna conocía, pero que pudo haber sido cualquiera de nosotras.

 

Probablemente nos sentimos identificadas con estas situaciones. Esta nueva solidaridad se ha vuelto necesaria en un entorno en el que prácticamente buscamos sobrevivir todos los días. Olvidemos la vieja táctica de “divide y conquistarás”, esta lucha solo la ganaremos juntas.

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Trabajo para mantener a mis gatos.

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